En nuestra memoria siempre quedan imágenes que permanecen en ella desde que éramos niños, durante largos períodos de tiempo, aunque las tengamos algo difuminadas.
Para darles claridad e intensidad a estos recuerdos, el viajero muestra hoy esta fotografía del cepillo, que como recordaréis, estuvo durante muchísimos años instalado la Hermandad del Santísimo Cristo de las Misericordias, precisamente tras las rejas de su capilla, el que en su momento fue sustituido por otro.
En este cepillo se depositaban las limosnas que los fieles tenían a bien dejar como muestra de cariño o agradecimiento, por favores recibidos del Santísimo Cristo, al que tanta devoción le tienen sus hijos de Salvatierra de los Barros.
De todos es sabido, que sin estas limosnas, el mantenimiento de la Ermita, de la propia imagen del Cristo, el culto y todos los gastos que en esta organización se ocasionan, no podrían llevarse a efecto, puesto que es con la generosidad y la desinteresada colaboración de todos los fieles, con lo que se consigue que las fiestas que conocemos de tanta raigambre y tradición se venga celebrando todos los años.
Decir, que los directivos de la Hermandad, se vuelcan durante todo el año para la consecución de unas fiestas entrañablemente religiosas y lúdicas, que nos ofrecen anualmente y que conllevan lógicamente muchos gastos y que siempre son sufragados en su mayoría con los estipendios de los devotos del Cristo.
Los “amigos de Salvatierra” disponen de una pequeña obra, que fue escrita por este comentarista, la tienen a la venta y en ella se narra toda la historia de la Hermandad, desde su fundación en 1868, hasta nuestros días y como es lógico en la misma se alude al tema de hoy, curiosidades que consideramos interesantes y que no debía ignorar ningún hijo de Salvatierra de los Barros.