El viajero, junto con su amigo Luis Moriano, hicieron una ruta por los campos del término municipal, durante los días posteriores a Semana Santa, en esta ocasión lo hacía por los predios que conocemos como “la Asomadilla”, por la Pista de Nogales; a la vera de dicha pista forestal, pudieron contemplar esta bonita estampa, en la que vemos al cabrero dedicado al ordeño de su pequeña piara de cabras.
La cabras nos miran sorprendidas durante un momento, puede que las hallamos molestado en su intimidad, no obstante no se inmutan y permanecen quietas, mientras el cabrero con sus manos hábiles, extrae de sus ubres el exquisito líquido que le servirá para hacer queso.
Una vez terminado el proceso del ordeño, el cabrero las soltará para que retocen y pasten por el verde campo, que en estas fechas primaverales, está saturado de hierba de la que se alimentan estas cabras proporcionándole a este preciado líquido su exquisito sabor, que le da calidad al sabroso queso.
Puede sin temor a equivocarnos, que el cabrero Antonio Borrego Vargas (por Vargas le conocemos todos), sea uno de los pocos, que se dediquen a este menester de ordeñar manualmente, claro que su rebaño es corto y no le lleva mucho esfuerzo y tiempo. La extracción de leche, actualmente se efectúa de forma mecánica, con ordeñadoras apropiadas lo que le facilita la labor a los propietarios de rebaños más numerosos.
El viajero ha aprovechado la ocasión para captar la imagen, la guardará como una reliquia, pues posiblemente estas faenas del campo en tiempo no muy lejano desaparezcan.