Esta imagen tan evocadora que hoy sacamos, nos era muy familiar tanto en Salvatierra de los Barros, como en muchísimos otros pueblos de nuestra Extremadura, corresponde a una de las facetas de la vida cotidiana en el campo, una imagen de otros tiempos, correspondiente a los rebaños de ovejas que pastaban triscando las hierbas, siempre bajo la atenta mirada del zagal o del viejo pastor y acompañado del perro, el que a la mínima orden de su amo, acareaba las ovejas para que no se diseminaran, y se mantuvieran en grupo y así evitar que entrara en otras heredades.

Desde muy temprana hora empezaba el pastor su tarea, era duro y sacrificado este oficio y siempre acompañado de la soledad, luego, cuando a las ovejas les entraba la modorra por efectos del calor, como se aprecia en la fotografía, buscan la sombra para sestear, es un espacio de tiempo durante el cual el pastor también descansa, luego casi al anochecer regresarán todos, el pastor y el perro a su chozo y las ovejas al redil.

De este oficio, sólo nos van quedando los testimonios de esta vida bucólica, como pueden ser esas celebraciones que hacen anualmente evocando la trashumancia del ganado durante los tiempos antiguos, aquellos tiempos, en los que los ganados bajaban de Castilla la Vieja y León para pastar los tempranos pastos de Extremadura.

Hoy día, los pastores visitan a sus ovejas a horas determinadas, con el objeto de facilitarles el agua y el pienso y para soltarlas o encerrarlas al principio o final del día, las ovejas se guardan solas, las cercas están provistas de alambradas que les impiden al ganado salir fuera de las mismas.