En la calle Fernando Alonso de nuestro pueblo Salvatierra de los Barros en un verano de hace ya varios años captamos esta simpática imagen; en ella vemos resguardados a la sombra y sentados en la acera a unos artesanos dedicados a la reparación de los asientos de las sillas, a los que vulgarmente les llamamos los culos de las sillas.
El sillero con maestría va entrelazando las hojas de la enea o espadaña previamente secada y que va humedeciendo con unas gotas de agua para poder realizar mejor su trabajo y darle consistencia al asiento, luego poco a poco, con maestría, va surgiendo el asiento que queda fuerte y perfectamente elaborado.
La enea o espadaña es una hierba que sale del agua donde enraíza habitualmente en las márgenes de los cursos de agua, en las pozas y en las charcas.
Estas hojas las siega el sillero estando aún verdes cuando es el tiempo apropiado, preparándolas en haces después de secas, luego sus manos se encargarán de realizar los asientos de las sillas de palo o tablas; estas sillas van desapareciendo paulatinamente de las casas, siendo en su mayoría sustituidas por esas otras de asientos de skay que aunque más vistosas son menos cómodas ya que si permanecemos mucho tiempo sentados en ellas el pantalón sale humedecido, también las cambian las amas de casa por otras de terciopelo más lujosas.
La presencia de estas sillas humildes de enea va quedando sólo de forma testimonial: en algunas casas rurales, tablaos flamenco… en fin, los adelantos de los tiempos mandan.
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