En el Diccionario de la Alfarería de Salvatierra de  los Barros figura como acepción de “bruñera”: f. (alf.) Mujer que hace el bruñido de los cacharros de la alfarería (AVC). Mujer que trabajando a jornal, hace en bruñido de los cacharros (EBS).

Antes la figura de la bruñera en nuestro pueblo era muy común, las podíamos ver en todas las alfarerías dedicadas a pulir la superficie de los cacharros que hacían nuestro alfareros abrillantando su superficie o dibujando ramos, flores u otras formas muy laboriosas que le daban esa prestancia característica los mismos y que los diferenciaban de todos los demás.

Esta labor la realizaban con una piedra o canto rodado procedente del río Guadiana, muy pulido y desgastado por el continuo uso, el cual humedecían con la propia saliva y con el que lograban obtener obras tan atractivas, después con el transcurso del tiempo este pequeño rollo de piedra ha sido sustituido por una especie de dedal de plástico con el que estas mujeres realizan las mismas funciones y obtienen los mismos resultados.

Hoy en día quedan pocas bruñeras, la mayor parte de los cacharros que ahora se fabrican no llevan esta clase de bruñido, eso sí, las salvaterreñas decoran otras piezas más lujosas o escogidas y destinadas a ornato principalmente como pueden ser vajillas, platos, baños, relojes, etc.; buena prueba de ello son las piezas que este comentarista ha podido admirar en sus visitas a las alfarerías como las de los Hermanos Pérez, Hermanos Guisado, Benito Cuellar, Ignacio Guillén, etc., ya nos ocuparemos de ello otro día.

Terminaremos diciendo que antes el trabajo que realizaban las bruñeras estaba dividido según las piezas que bruñían en “rayas”, “media rayas”, etc., algo complejo, el número de piezas para completarlo dependía también del tamaño de las piezas.