El pueblo de Salvatierra de los Barros no permaneció ajeno al bandolerismo al que en ocasiones por periodistas, y literatos se le denominó bandolerismo romántico, desde luego, estaba muy lejos de ellos y baste un ejemplo como el que narramos; el bandolerismo nació como consecuencia de las guerras carlistas que tuvieron lugar en España, las bandas de estos forajidos se nutrían de los desertores y perseguidos que se echaban a la sierra para eludir a la Justicia.
Vamos a entresacar un hecho histórico de los realizados por la Guardia Civil de nuestro pueblo Salvatierra de los Barros, ocurrido durante la noche del 22 de marzo de 1861.
El Teniente Jefe de la Línea de Jerez de los Caballeros Guillermo Bacicher y Picazo tuvo conocimiento de que el cura párroco de Salvatierra de los Barros Don Eugenio González Forte iba a ser asesinado para robarle, el teniente le visitó en su casa para hacérselo saber. El caso era que en breve se presentarían 8 o 10 bandidos de Salvaleón, esta circunstancia la sabía por haber asistido disfrazo a las reuniones donde planeaban sus crímenes. Los bandidos eras muy peligrosos y tenían sembrado el terror en la comarca.
Los hechos ocurrieron así: Los salteadores de la casa del cura párroco planearon la ejecución de su delito hacia medianoche trepando las tapias de la casa para subir al tejado y descolgarse hasta la bodega, allí se ocultarían y esperarían a que los de la casa se quedaran profundamente dormidos para asesinarles y apoderarse de los bienes del cura con absoluta tranquilidad.
El teniente y cuatro guardias estaban situados aguardando a los bandidos para hacerles el recibimiento que en número de diez fueron descolgándose por un agujero de la techumbre. Cuando bajó el último el teniente surgió súbitamente, se encerró con los guardias en el interior de la casa, tiró las llaves por una ventana enrejada y le dio el grito de “alto”.
Los bandidos se enzarzan en una lucha encarnizada animados por las voces de su jefe llamado Sanjuán, la refriega duró media hora, unos y otros sin tiempo para cargar las armas y sin munición se emplean en la lucha cuerpo a cuerpo, unos con bayonetas, los otros con navajones.
El resultado final fue de tres bandidos muertos, cuatro heridos y el resto detenidos, por parte de la Guardia Civil, el teniente perdió el dedo pulgar derecho y un guardia una oreja; el resto resultó con muchas cuchilladas. Los bandidos lucharon con gran ardor imposibilitando hasta el máximo su detención. En la prensa de la época se reflejó este hecho con este suelto: “La violencia quedó demostrada al comprobar que el fusil de uno de los guardias quedó con el cañón partido; una bayoneta doblada y partida la hoja del sable del teniente, lo mismo que tres navajones de los forajidos. Un guardia perdió una oreja de un mordisco”.
Mostramos un dibujo de la época relativo a este acontecimiento el que refleja con minuciosidad la cruenta lucha.
Para los curiosos hemos de decir que este suceso tuvo lugar en una de las casas de la entonces calle de Los Giles y que después fuera propiedad de Don Francisco González Naharro donde desde hace tiempo se han venido llevando a cabo obras para reconvertirla en un albergue.
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