En esta ocasión vamos a referirnos en esta sección de “Fotografías Comentadas” a la explotación agrícola en nuestro pueblo Salvatierra de los Barros  y concretamente al viñedo con el objeto de aportar unos datos muy antiguos.

La fotografía nos muestra un detalle de una de las viñas perteneciente a nuestro término municipal la que vemos perfectamente cuidada y en el apogeo de su producción, dentro de breves fechas se llevará a cabo la vendimia y por consiguiente la recogida de sus frutos: los racimos de uva tinta.

 Todos sabemos sobre las excelencias del vino de Salvatierra de los Barros, en sus dos variedades tinto o blanco, aunque el primero es mejor, pero no nos vamos a referir a ellos ni a datos relativos de las viñas actuales sino a los de aquellos lejanos tiempos de mediados del siglo XVIII.

Aunque todo esto ha cambiado hemos de decir que de todos los pueblos dependientes del Ducado de Feria, Salvatierra y Feria era precisamente las localidades que más terreno dedicaban a la viña con 160 y 140 Has. respectivamente, ocupando por entonces cada hectárea unas 2.000 cepas, un número excesivo y por consiguiente con un rendimiento muy bajo en arrobas de vino, a los que se unía el desconocimiento de técnicas de injertos, otros cuidados, etc. y la alternativa de siembra de garbanzos, altramuces, olivos, etc., en los propios viñedos.

Para la plantación de las cepas abrían grandes hoyas con el azadón, arropando o calzando durante el verano la cepa con tierra para protegerla del calor para procurar conservar la humedad y descalzándola durante el invierno, o sea, retirarle la tierra o piedras para que aprovecharan el agua de la lluvia.

Por último diremos que la producción en arrobas de vino lógicamente dependía de la tierra; así cuando en Villalba daba la fanega de tierra 30 arrobas en Zafra sólo 26 y en cambio en Salvatierra solamente se recogían de 10 a 15 arrobas. Eso sí el vino de Salvatierra era de muchísima mejor calidad y de bastante más graduación que los del resto del Ducado de Feria, estas singularidades  se deben a las propiedades del suelo, a su microclima  y a otros factores naturales que mejoran la calidad, de ahí su fama desde tiempos inmemoriales.