Nuestro socio Antonio Naharro, ha adquirido una colección de cántaros de medida de vino del s. XVIII
El alfarero riojano Antonio Naharro ha adquirido una colección completa de cien cántaros distintos de medidas de vino, de entre los siglos XVIII y XX, de las que un ochenta por ciento procede de alfares españoles extinguidos.
La colección ha permanecido expuesta en el Ayuntamiento de la localidad riojana de Navarrete con motivo de la celebración del XV Congreso Anual de la Asociación de Ceramología.
Cuartillo, azumbre o la cántara son algunas de las medidas que presenta esta colección, que cuenta con piezas «únicas», ya desaparecidas e distintas zonas vinícolas de España y que reflejan el servicio que hicieron a los labradores, según relata en una entrevista con EFE.
Naharro (Salvatierra de los Barros, Badajoz 1941) explica que su objetivo al adquirir esta muestra a un coleccionista alemán, y de la que dice haberse llevado una «grata sorpresa» al comprobar que el 80 por ciento de las piezas procede de alfares desaparecidos, es completar su colección que conforman más de 1.500 cántaros distintos de alfares de toda España de los últimos cuarenta años.
Piezas originales de Navarrete, Aragón y Castilla y León, entre otras, conforman esta colección de medidas de vino, que entiende que son un reflejo del servicio que hicieron a los labradores de España.
Este alfarero de 68 años, con cincuenta años de oficio, confiesa querer cumplir su sueño de ubicar todas estas piezas en edificio que ha adquirido en Navarrete y en el que, finalmente, quiere instalar un museo del cántaro en el que se puedan contemplar estas numerosas piezas de la alfarería tradicional española que ha coleccionado.
El cántaro es su pasión y especialidad. «Es en el cántaro donde se ve el alfarero. El alfarero que no sabe hacer un cántaro no es alfarero», explica este alfarero, quien se inició en la técnica del torno a los once años, y con la que ha logrado poner sello propio a piezas que son demandas por su calidad y objeto de varios premios.
En 1959, se estableció en Navarrete, donde comenzó trabajando con otros alfareros, hasta que en 1980 instaló su propia alfarería, donde ha desarrollado su actividad, que actualmente comparte con su hijo y yerno.
Su pasión por conservar la tradición ha hecho que sus obras, muchas de ellas inéditas y reproducciones de piezas antiguas ya desaparecidas, sean únicas, relata el alfarero.
quien muestra su nostalgia por la pérdida del oficio como consecuencia de la aparición de otros materiales, como la porcelana o el acero inoxidable, que «han sido casi la tumba del ochenta por ciento de los alfareros de España».
«El que no ha sabido adaptarse al cambio de los tiempos ha tenido que cerrar su actividad», detalla Naharro, quien explica que en Navarrete, uno de los centros neurálgicos de la Alfarería del norte de España, «no queda ningún joven que esté aprendiendo y sólo quedamos los que trabajamos a mano».
Dice conocer a todos los alfareros de España y afirma que hay que ir desde Navarrete hasta Valladolid para encontrar alfareros.
Desaparecieron los del País Vasco y Navarra, cuyas piezas, dice, tratar de reproducir.
Actualmente elabora entre cien y doscientas piezas diarias, en su mayoría utensilios de cocina: cazuelas, platos, ensaladeras, azucareros, objetos para cocina de colores fuertes -amarillo y rojo-, que destina a Francia, donde hay dice haber un mercado muy «interesante». EFE.
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