Por su indudable interés reproducimos el artículo periodístico aparecido en el periódico regional «Hoy», del pasado 24, escrito por nuestro paisano Celestino J. Vinagre, el que recoge manifiestaciones del veterinario también paisano nuestro Ángel Castaño. Parece ser que las matanzas domiciliarias según leeomo va perdiendo adeptos.
REGIONAL
La matanza pierde seguidores
24.12.11 – 00:04 –
CELESTINO J. VINAGRE CVINAGRE@HOY.ES |
E l termómetro, a las ocho de la mañana, marca dos grados. En plena madrugada, la helada invernal ha dejado un grado bajo cero y un ligero manto blanco sobre los campos de La Morera (750 habitantes, en la comarca de Zafra, a50 kilómetrosde Mérida). A las cinco guarras que están a punto de ser sacrificadas les da casi igual. Acaban de ser traídas de la finca y esperan en un pequeño remolque un destino que no se imaginan. En menos de media hora, en la casa de Juan Flores Bernáldez, de 69 años, y Genoveva Sánchez Acevedo, de 67, se habrá cumplido el ritual matancero de cada año. El que ven desde que eran críos. Una tradición arraigada desde siglos en Extremadura, vital desde el punto de vista alimentario (ahora menos) y clave como acto social. Sin embargo, las matanzas domiciliarias están, definitivamente, en declive.
Un simple repaso visual a cualquier matanza muestra que apenas hay jóvenes y los mayores son la mayoría de los presentes y los que soportan casi de forma heroica una faena impagable. La estadística corrobora las malas impresiones sobre la continuidad de las matanzas. Desde hace cinco años, la reducción tanto de matanzas como de cerdos sacrificados supera el porcentaje del 30%. Un tercio menos. Eso, con datos oficiales sobre la mesa porque a nadie se le escapa que también hay un número de sacrificios que no pasan por el registro de la oficialidad. Y en este terreno también se aprecia una bajada inexorable.
«No sabría decirte cuánto, pero se mata cada vez menos. Seguro. Y se mata menos porque cada vez hay menos gente dispuesta a esto y porque nos obligan a que vayamos a matar a los mataderos», dice el ganadero morereño. Por «nos obligan» se entiende la Administración, ya sea autonómica, central o europea. La última ‘obligación’ legal llegó hace cinco años y la primera, hace dieciocho.
La directiva europea de 22 de diciembre de 1993 relativa a la protección de los animales en el momento de su sacrificio o matanza prohibe causar a los animales dolores o sufrimientos evitables, aunque permite en su artículo 9.2 el sacrificio o matanza de animales de la especie porcina fuera de los mataderos con destino a su propio consumo siempre que hayan sido objeto de aturdimiento previo. En este mismo sentido habla el real decreto de 20 de enero de 1994 sobre protección de animales en el momento de su sacrificio o matanza.
En clave regional, la Junta aprobó el 14 de noviembre de 2006 un decreto que refuerza la Ley de Protección de los Animales de 2002 por el que se obliga a que el sacrificio de cerdos en matanzas domiciliarias se efectúe de forma instantánea e indolora y siempre con aturdimiento o pérdida de consciencia previos, sin que puedan infligirse al animal daños o sufrimientos injustificados. Son los ayuntamientos quienes velarán por el cumplimiento de las normas de bienestar animal.
Razones
La ley autonómica señala que tiene la obligación de denunciar incumplimientos de las normas de bienestar animal, el personal de los ayuntamientos con competencias para la celebración de cualquier matanza que tenga lugar fuera del matadero, los veterinarios adscritos a la Junta, «los veterinarios oficiales de salud pública o el veterinario ajeno al servicio administrativo que intervengan en la inspección sanitaria de los cerdos sacrificados.
Ángel Castaño, veterinario de Salvatierra de los Barros afincado en Jerez de los Caballeros, admite que el entramado de normas que afectan a las matanzas y, en general, a la sanidad animal se ha disparado. En este terreno, Bruselas (Unión Europea) no ha escatimado actividad legisladora. Y tras el mandato europea, claro, llegan instrucciones que la desarrollan desde Madrid (Gobierno central) y Mérida (Junta).
«Es cierto. Cada vez hay más decretos. De hecho, la matanza domiciliaria se hace por una excepción a la norma y no me extrañaría que la acaben impidiendo», asegura este profesional sanitario de 41 años, 15 de ellos dedicados a la tarea de reconocer animales, algo que, hasta no hace mucho le quitaba el sueño y muchos fines de semana y ahora le concede bastante tiempo libre.
«Y eso que trabajo en una zona muy ganadera donde, más o menos, todavía se mantiene la costumbre y hay emigrantes que han vuelto a los pueblos y se suman de nuevo a la tradición de las matanzas», concluye Castaño. «Se mata menos porque es más fácil ir al mercado o a la carnicería y comprar lo que quieras que matar tú mismo y prepararlo, aunque desde luego, el producto no es el mismo. Vivimos en una sociedad cómoda en la que hay menos gente en los pueblos y menos jóvenes también», explica el veterinario salvaterreño.
«Esto tiene mucho trabajo. Los dos o tres días anteriores hay que preparar los ajos, la cebolla, el pimentón, la tripa… y eso cuesta lo suyo. Hay que hacer bastante comida para el día de la matanza. Y está el trabajo de llenar (el embutido). Siempre digo que esta va a ser mi ultima matanza pero mi marido me dice que, ya que tenemos guarros, habrá que matar para aprovecharlo», añade Genoveva Sánchez, que cuenta con el auxilio de su nuera Belén para unas tareas asignadas por tradición a la mujer.
¿Por qué se mata menos?, se le pregunta. ‘Vevi’ da otro argumento a los antes comentados. «La gente ya no come tanta grasa porque los trabajos de ahora no son los de antes. Antes, uno cogía el mulo y se ponía a arar. Ahora, ese trabajo se hace sentado en un tractor y se gasta menos energía», resume de forma sencilla.
Ya sea por salud, por cambios en los hábitos sociales, por pereza, por falta de relevo generacional… lo cierto es que el declive de la matanza extremeña es evidente. En la campaña 2005-2006 se mataron 22.785 cerdos en todo el territorio extremeño. Una década antes, campaña 1995-1996, se sacrificaron 63.086 cerdos.
Si lo analizamos de forma más detallada, el número de matanzas domiciliarias ha ido cayendo año a año. En la campaña de 2006/2007 se desarrollaron 11.925. En la siguiente, 10.762. Después, 10.687. En la de 2009/2010, 8.874, por los 7.850 de la última campaña.
Si lo vemos por número de animales sacrificados, el descenso sigue la misma tónica salvo con una llamativa excepción. Ocurrió en la campaña 2008/2009, cuando se mataron 21.115 cerdos, 467 más que la anterior. Entonces, la cifra fue de 20.648, por la de 22.023 la de la campaña 2006/2007.
De nuevo se ha producido una bajada en las dos últimas: 17.481 guarros en la campaña 2009/2010 y 15.353 en la más reciente. En resumen, un descenso del 34,2% en cinco años en Extremadura.
«Tenemos nuestros cochinos y los seguiremos matando mientras podamos, pero está claro que esto no es lo de hace quince o veinte años, cuando nos juntábamos mucha gente alrededor de la matanza», reflexiona Raúl Flores, el único de los tres hijos del matrimonio que está presente el día en el que su familia ha matado cinco guarras, una de unas quince arrobas y las otras cuatro, de entre 12 y 13 arrobas.
Por zonas
Todas probaron la bellota en su alimentación y eso se nota en la carne «pero mucha gente no parece apreciar esto», añade su padre. «Una matanza es muy sacrificada y los más jóvenes no tienen muchas ganas de esto. Además, como muchos ya no quieren ni el chorizo ni la morcilla y menos el tocino… Nosotros los mayores tampoco es que tengamos muchas ganas de ellas pero es que no podemos dejar de hacerlas. Son muchos años haciendo lo mismo», añade Manuel Sánchez, tío de Raúl, con cierta guasa para envolver su mensaje de fondo.
Aunque no se especifica desde el Gobierno regional si esa bajada es uniforme en todas las áreas de salud, no es descabellado pensar que la caída no puede ser igual en comarcas con fuerte carga ganadera que en otras que no lo son y su actividad agrícola se centra en cultivos de regadío, por ejemplo.
Así, con datos referidos siempre a la última campaña, la zona líder en matanzas domiciliarias y cerdos sacrificados es la de Zafra-Llerena, con 2.580 matanzas y 5.307 cochinos matados. Tras ella aparece la de Badajoz, con 1.389 matanzas y 3.437 sacrificios.
La tercera está al norte de la región, en Plasencia, con 1.187 matanzas y 1.915 sacrificios. La información por área sanitaria que presenta el Ejecutivo regional indica que donde menos se mata es en el área de Coria, con 111 matanzas y 188 cerdos sacrificados.
Las perspectivas de los próximos años apuntan a que la noticia sería que las matanzas domiciliarias no siguieran cayendo. ¿Se acabarán?. «Quizás, pero habrá matanzas durante mucho tiempo. Menos pero las seguirá habiendo». Es el pronóstico de Ángel Castaño.
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