Al acceder a nuestro pueblo Salvatierra de los Barros por la calle de La Parra, lo primero que ven nuestros ojos es esta bella estampa que muestra la fotografía; ya antes cuando bajamos la cuesta de La Parra en la lejanía vemos al pueblo encaramado en la sierra y en la cima de la misma el Castillo de los Suárez de Figueroa; al que esto escribe a la vista de esta primeras estampa le ha sucedido y por analogía cree que a casi todos les ocurrirá lo mismo, o sea, que al volver al pueblo tras una larga ausencia del mismo le embargaba una gran emoción y se le hacía un nudo en la garganta como consecuencia de la alegría de volver a él. Los salvaterreños saben mucho de estas ausencias prolongadas fuera de su pueblo y quizá lo comprendan.
Pues bien, el soberbio y altivo castillo es el permanente vigilante del nuestro pueblo, desde allá arriba en la Sierra de Los Helechales permanece incólume tras el paso del tiempo. Antiguamente los salvaterreños cuando no era tan común el uso del reloj por carecer de esta máquina de medir el tiempo, se hacían una idea aproximada de la hora observando las sombras que el sol proyectaba en sus viejos muros, tal es la compenetración que el castillo tiene con el pueblo.
Debajo de él en la falda como descansando está el casco urbano y en el centro otros de los recios y grandiosos monumentos con los que contamos, nuestra Iglesia Parroquial del Mártir Señor San Blas originaria del siglo XV.
Estos dos magníficos edificios nos hablan de la historia del pueblo, las casas arropan a la Iglesia y todas en conjunto forman un entramado de calles retorcidas y empinadas que es un atractivo para el visitante.
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