Del arriero o vendedor de cacharros nunca nos cansaremos de hacer comentarios pues a ellos les cabe el honor de  haber sido los principales representantes de nuestro pueblo Salvatierra de los Barros en cualquier punto por muy ignoto que sea de España. Lo diremos y lo repetiremos hasta la saciedad: si Salvatierra de los Barros es conocidos en toda España se debe a la inconfundible estampa de ese hombre andarín que camina siempre al lado de su borrico cargado con la angarilla repleta de cacharros.

Esta figura de hombre austero, sencillo, laborioso, trabajador y sufrido ha paseado por todos los pueblos de España, ha recorrido muchos caminos cual un Quijote y le han calentado muchos soles, le han mojado muchas lluvias, pues no sólo le veíamos con su asno en las grandes urbes, también le hemos en los pueblos e incluso en los cortijos donde hacían acto de presencia ofreciendo lo que los alfareros fabricaban en el pueblo hechos con el barro colorao y autóctono de nuestro término municipal: botijos, cántaros, barriles, tinajas, lebrillos… Que gran acierto tuvo aquel que les llamó “embajadores de Extremadura”, pero más bien habría que llamarlos además de eso embajadores de Salvatierra de los Barros, puesto que cualquier extremeño emigrante que se había ido de esta tierra nuestra por la circunstancias económicas desfavorables de la época lo identificaban como natural de este bonito pueblo, y sin conocerle siempre se acercaba a él para interesarse por nuestra modesta vida en la Extremadura que dejaron, en el arriero veían a nuestra parda tierra de la que no habían tenido más remedio que abandonar pero que la añoraban y querían.

Sucesivamente sacaremos otras fotografías, de estos paisanos nuestros con ello les rendiremos el pequeño homenaje que se merecen estas grandes personas.