Con cierta frecuencia venimos sacando una serie de personas que hemos considerado como “singulares!” de nuestro pueblo Salvatierra, de los Barros, hoy vamos a hacer referencia a SATURNINO CALADO SUERO, al que todos conocemos como “El Nino”.
El Nino nació hace 77 años en la calle El Cañito, donde residió hasta que tenía 10 años que pasó a la Barriada de los Mártires, es hijo de la señá Antonia la del Centro.
Empezó a trabajar en la alfarería bajo los auspicios de su padre cuando sólo contaba 12 años edad así que frecuentó muy poco a la escuela, cuenta que en la misma aprendió poco, debido a que utilizaba con más maestría la mano izquierda para escribir por esta causa el maestro le reprendía constantemente –por lo que le decían “El Chovo”,- esta constante presión del maestro motivó a que le tuviera poco aprecio a la escuela, lo poco que aprendió se lo enseñó Daniel el caminero un aficionado a la enseñanza que se dedicaba a dar clases nocturnas a los jóvenes del pueblo; -en la alfarería trabajó hasta que tuvo 45 años-, con su padre hizo los primeros pucheros, luego pasó a trabajar como oficial con Luis Amario en La Puente y posteriormente en El Cañito con Antonio Calado, hasta que se independizó trabajando por cuenta propia en su alfarería en la Plaza del Atrio que estaba detrás de la Iglesia; en su alfar además de fabricar los clásicos botijos, cántaros, etc., hacía también piezas de su propia creación como eran lagartos, cadenas o galápagos que él mismo denominaba como sus “tonterías”, el paulatino declive del oficio le obligaron a dejar la profesión a la edad indicada para dedicarse a las faenas del campo hasta su jubilación.
Saturnino es un hombre de una cultura básica pero dotado de un gran ingenio, avispado y siempre con la sonrisa en el rostro; el Nino es una persona muy popular en el pueblo, tiene un gran sentido del humor, por todos es conocido debido a su agradable trato, por sus ocurrencias originales, sus historias que no para de contar y sus anécdotas graciosas y agradables con las que hace las delicias de todos y a todos entretiene, es en resumen un hombre agudo, gracioso, festivo y chistoso y dotado de una gracia especial que para sí quisiéramos muchos, pocas veces o casi nunca se le ha visto malhumorado.
Aquí en la foto le vemos al lado de su inseparable ciclomotor en los poyos del Atrio donde se sienta a diario especialmente en las mañanas del verano donde acapara la atención de los otros contertulios que allí se reúnen; con este ciclomotor pasea y recorre frecuentemente y solo por el simple placer de pasear las calles de nuestro pueblo Salvatierra de los Barros.
Cuando le vemos circular por nuestras calles, siempre se escucha oye el mismo comentario: ¡Ahí viene el Nino…!
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