Este que se muestra en la fotografía, es uno de los pocos ejemplares que quedan en el pueblo de aquellas casas que formaron parte del conglomerado de edificios de su casco urbano, que bien pudiera tener su origen en el siglo XVII o XVIII y que ahí permanece aunque sea en unas condiciones precarias; por su estado se desprende que ha recibido pocas atenciones durante tan largo espacio de tiempo.

La casa que hoy muestra el viajero se encuentra en la calle Portugalejo. Es como la mayoría de estas casas humildes de forma cuadrangular, de escasa altura, cuya puerta en un principio fuera de madera y luego, posteriormente, sustituida por otra de hierro, dotada de un simple ventanuco de reducidas proporciones que le da luz y ventilación a la única habitación de la que está dotada la vivienda. La cubierta del tejado es de teja árabe de la que sólo permanece la mitad, la otra posiblemente por algún derrumbe ha sido sustituida por chapas de uralita, menos costosas que las tejas.

Esta casa se mantiene tal cual, desde que fuera construida, es un ejemplo de la arquitectura rural extremeña, que con utilización de los limitados recursos que la Naturaleza nos facilita, fuera construida en su día.

El viajero considera que tiene ese valor etnológico y característico de las casas de los pueblos, con fachada de adobes, luego, blanqueada y construida de una forma un tanto primitiva, los albañiles se esmeraron poco, posiblemente debido a la condición humilde de sus propietarios que no podrían realizar gastos ostentosos.

27 de febrero de 2015