Hay que realizar algo de esfuerzo para poder salvar la alta cuesta de “Los Plaos”, para llegar al Castillo de nuestro pueblo, mientras el viajero sube lentamente, añora sus tiempos de juventud que eso era para él antes era un entretenimiento, ahora, no.
El paisaje que nos va mostrando la Naturaleza, mientras gatea la cuesta lo compensa todo, desde aquí podemos contemplar el gran espacio que son los Campos de Badajoz y los Llanos de Olivenza, así como la multitud de pueblos diseminados por Tierra de Barros.
Nuestra vista nos permite ver la vecina Portugal, todo este conjunto es maravilloso para los aficionados al excursionismo, amén del disfrute del bosque de árboles que por allí proliferan: higueras, encinas, alcornoques, castaños… o la diversidad de hierbas olorosas que existen en este privilegiado lugar.
Una vez el viajero consigue llegar a la explanada del castillo, considera que el esfuerzo que ha realizado ha merecido la pena, el premio lo obtiene admirando esta impresionante fortaleza que fue mandada construir por Alfonso IX de León allá por el año 1190, la que tras tantísimos años de vida se mantiene en pie en unas condiciones óptimas.
El Castillo, visto desde cualquier ángulo, nos ofrece unas perspectivas maravillosas, el viajero saca su cámara fotográfica y procura captar lo que considera más interesante y entre la secuencia de fotos que obtuvo muestra hoy ésta, la que estima preciosa.
Al igual que el viajero, en el lugar se encuentran otras personas procedentes de otros lugares, comentan la gran belleza de la fortaleza y se quejan de que la misma no pueda ser visitada en su interior, el viajero les explica que al tratarse de una propiedad privada no está permitida la entrada.
6 de junio de 2015