Cuando el viajero se dirigía a su domicilio en una de esas viositas que hace al pueblo y al hacerlo por la calle La Virgen, al pasar por la bocacalle de la calle González Naharro se fija que un tramo de la misma está levantado.

Al paso del viajero por el lugar ha coincidido con el momento en que los operarios están descansando, tomándose el bocadillo mañanero, sólo ve las herramientas descansando sobre la pared y no detecta la presencia de albañiles.

Se entera de que el Ayuntamiento ha tomado la determinación de arreglar la calle, hacerla más transitable, quitar obstáculos para coches y personas y por consiguiente darle otros aires de modernidad y comodidad; comentan que de acuerdo con las nuevas normas desaparecerán las aceras con el fin de hacer la calle más diáfana; es cierto, que en ciertos tramos de algunas calles estrechas y empinadas del pueblo las aceras lo que hacen es obstaculizar.

Mientras observa, el viajero piensa que los vecinos de la calle tendrán que aguantar ciertas molestias durante el desarrollo de las obras y que estas molestias tendrán su compensación cuando las mismas finalicen.

Dicen que han surgido muchas dudas y contrastes de pareceres acerca de cómo quedará la calle y los accesos a las casas, suponemos que bien, el caso es que de acuerdo con los tiempos modernos estas modificaciones lo demandan y nosotros a diario pedimos una mejor calidad de vida, y para poder conseguir esto tendremos que sufrir algunas molestias.

2 de marzo de 2015