En un día gris y desapacible, después de Semana Santa, el viajero estuvo por el Castillo de nuestro pueblo. La fortaleza se encuentra encaramada en lo alto de las Sierra de los Helechales, desde aquel montículo se puede dominar un hermoso paisaje y a la vez un amplio territorio, que aquel día el viajero no pudo disfrutar en toda su plenitud, dado que la lluvia le obligó a retirarse antes de tiempo, la verdad es que estamos deseando de que nos llueva por estas nuestra tierras casi siempre sedientas de agua, pero ya se sabe, el dicho popular indica “que queremos que llueva pero sin mojarnos”.
Mirando hacia arriba el viajero vio planear de forma atenta, pausada, silenciosa y aprovechando las corrientes de aire a varios buitres –ahora se ven muchos por este lugar-, el viajero con su cámara pudo captar la imagen de una de estas aves de rapiña, la que con sus agudos y poderosos ojos escrutaba el campo inmenso de nuestra dehesa extremeña, que como fondo figura en la fotografía, suponemos que estaba buscando probablemente alguna pieza que le sirviera para alimentarse.
Los entendidos dicen que estos animales se alimentan sólo de carroña, pero a falta de ésta en ocasiones atacan a los rebaños lo que le preocupa a los ganaderos, éstos dicen que antes los animales que morían se dejaban abandonados en el campo y los buitres se encargaban de comerlos sin dejar restos, pero ahora con las nuevas leyes zoosanitarias dictadas en evitación de que en la cabaña se propaguen enfermedades, está prohibido dejar los cadáveres en el campo.
5 de mayo de 2015