En la antiguamente llamada calle el Pilar, ahora de Nicolás Suero, el viajero entra en la única barbería del pueblo, se fija en un letrero que pone “SALON DE PELUQUERÍA MÁRQUEZ”, y se acuerda de que en sus tiempos mozos a estos establecimientos públicos los llamábamos barberías, de ahí el desliz de haberla mencionado como barbería.

En aquellos tiempos había varias en el pueblo, si no recuerda mal el viajero, existía una en la Plaza del Pilar la del señó Fernando el barbero, en la Plaza de España la de Paco Mulero, en la calle Manuel Vinagre la de Herminio, en la calle Nueva la de Joselito y en la calle Ramón Montero la de Bernardo Márquez; ninguna de ellas existe en la actualidad como tampoco los barberos mencionados.

La última la de Bernardo Márquez Fernández, se trasladó desde la calle Ramón Montero, a la de Nicolás Suero allá por el año 1965 que es la que no estamos refiriendo y la única que subsiste en la actualidad, al fallecimiento de Bernardo, le sucedió en el negocio su hijo también Bernardo, al que vemos aplicado a su trabajo en la fotografía.

Tenemos que indicar que esta peluquería está dotada de los sistemas más modernos que los tiempos demandan, atrás quedaron aquellas otras que el viajero recuerda de brocha y jabón, de navajas barberas y de máquinas manuales para cortar el pelo, cuyas herramientas se utilizaban de forma colectiva con una exigua calidad de higiene, para todos los clientes y no de forma individual como ahora se exige.

Eran nuestros usos, eran nuestras costumbres y eran otros tiempos.

24 de agosto de 2015