Desde que un cacharro sale del torno de las manos del alfarero hasta que está preparado para ser cocido en el horno y poder ponerlo a la venta son muchos los procesos y manipulaciones que hay que llevar a cabo hasta lograr su perfecto acabado.
Las manos del alfarero son desde luego, las que ejecutan la obra, pero hay que reconocer que las manos femeninas son imprescindibles en la ejecución del proceso para llegar a la máxima calidad.
Son las mujeres las que desde los primeros momentos del nacimiento de la pieza alfarera las que con su dedicación, exquisitez y mimo consiguen esas maravillosos acabados.
Las sacan al sol para que se oreen, ellas mismas son las que les ponen los “gobiernos”, (en el argot alfarero “gobernar “ es ponerle las bocas y los piches a los botijos), y son las mujeres las que bruñen o decoran con verdadero primor estos cacharros de Salvatierra de los Barros.
En esta bonita fotografía correspondiente a uno de los paneles que se mostraron con motivo de la celebración de la Feria de la Alfarería y el Barro en la edición de 2010, podemos ver a una alfarera paisana nuestra dedicada a la tarea de “tintar” un botijo, o sea bañarlo en un liquido que se ha hecho con agua en la que se ha diluido un barro rojo, una arcilla especial extraída de los barreros de nuestro término y que sirve para darle ese color rojo intenso, a este líquido los alfareros le llaman “tinta” y es el color del barro “colorao” de Salvatierra.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.